jueves, 31 de enero de 2013

Infames relatos de Unrecth: El poder que mantiene la carne (Parte I)

Hola, lectores.

La nueva "sección" (si es que así le podemos llamar) tratará sobre historias de terror o tragedias para que ustedes, (los lectores) experimenten el miedo o la tristeza, que alguien experimentaría en una pesadilla brutal, donde se violan a su madre (spoiler ¡JA!)...

Esta será una historia de la cual no sabremos (ni yo) que sucederá exactamente en ella, pero que pensando a futuro se ve un camino tétrico y desilusionado.

Fue inspirada en una de mis desgraciadas pesadillas.

Generalmente hablando: será una historia, que tratará de una infame vida de un joven, que vive entre caníbales.
Relatando lo sucedido, varios actos, varios problemas de los cuales deben asumir sus consecuencias.



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La sangre corría por la mesa y caía sobre la baldosa sucia: como una cascada y formando así un rio pequeño de sangre en los límites de las cerámicas, que se estancaba por el polvo acumulado en la zona,  sangre aquella que surgía y alguna vez nació de mi madre.  Aquella sangre volátil que fluía por el comedor, y aquel señor que se abastecía de esa misma.

¡Que llenaba sus deseos con esa misma sangre y  con su carne que la despedazaba a mordiscos!
Aún la mujer seguía viva, y al hombre le producía un dolor enorme en varias partes de su cuerpo. Ella cedió a la  muerte cuando ya pocas sus partes más importantes del cuerpo estaban mutiladas.
¡Pero el salvaje no paró!, le cortó sus brazos y los desmembró mientras reía, como si ella aún estuviese viva.

Y vi, como él se llenaba de placer con el cuerpo muerto de mi madre

Oh señor, ¿Por qué me haces esto?

¡¿Por qué tiene que alimentarse de su sangre y de su cuerpo?!

¿Por qué tiene que ser como tu hijo? Señor.

Su familia se acercó, y vieron el cuerpo de mi madre en la mesa, como si fuese una carnicería, y pusiesen el cerdo muerto en la mesa, para proceder a cortarlo. Todos se sentaron en sus respectivas sillas.

La luz que producía la única bombilla de la sala hacía que las sombras de los victimarios fuesen enormes, como si de verdad fueran gigantes.

El hombre que parecía ser el dueño del hogar puso sus manos en forma de oración.

-Señor, por favor bendice estos alimentos, que fueron otorgados por ti, y que te agradecemos. Haz que esta carne, y esta sangre, nos bendiga a nosotros, como la de tu hijo, que murió por nosotros.-

Y entre todos pronunciaron: -Amén-

Sus enormes manos tomaron de nuevo el cuerpo, ya profanado por uno de ellos, mordiéndolo y cortándolo con sus dientes, sin necesidad de cuchillos. Se peleaban por los muslos, y parecían una familia normal. Me producía un miedo terrible.

Sus ropas manchadas con la sangre que aún emanaba el cadáver  y  en el suelo se formó un charco de sangre, una delicia desperdiciada para ellos.

Cada uno (y cada una) de ellos, al hacer un agujero profundo en el cadáver, dejaron de comer, y sacaron sus miembros, frotándolos en las heridas que dejaron y mientras hacían eso, chorreaban orines de sus órganos desaseados y peludos,  “forrados” de sangre y otros fluidos.

Vaginas, penes, y uretras por todos lados. Violaban el cuerpo sin vida de mi madre. Después de un corto tiempo, los (otros) fluidos llegaron. El semen que se corría entre las caderas y brazos de el cadáver y se resbalaba, espeso, hasta el comedor. Uniéndose con la sangre ya derramada de aquél cuerpo que empezaba a emanar olores desagradables, vomitivos. Y por lo que sus caras hacían parecer: lo disfrutaban como si fuera un perfume nuevo.
Continuaron comiendo del cadáver, lleno de fluidos voluptuosos, mientras gemían el nombre de Dios, en vano.

¡Ellos no aman a Dios y al prójimo!
¡Ellos no son seres humanos!

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Unrecth


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